Estaba con mi amigo al borde de la ruta 40, bien cerquita de los Andes. La polvareda se estaba disipando, el colectivo que había pasado estaba lleno y no nos llevó así que la única opción remanente era enganchar con el pulgar a alguno que pasara en el auto con ganas de llevar gente. No estábamos solos, había otras personas que también el colectivo les había pintado la cara y estaban al borde de la ruta 40, bien cerquita de los Andes.
Al ver que eramos muchos y que iba a ser difícil que alguien nos levantara me apronté para tomarme unos mates con banquito y todo, a la sombra con mi amigo al lado. Ya habíamos hecho dedo el día anterior y la suerte había sido escurridiza así que yo ya estaba preparado para pasar un buen rato ahí, cerquita de los Andes. El primer chorro de agua caliente estaba haciendo espuma en la yerba cuando una camioneta paró y levantó a 4 suertudos dejando en la boca no otra expresión que "qué culo" entre el mermado y absorto público presente. La primera conclusión que me vino al mate fue que la suerte no iba a llegar si la esperaba sentado tomando mate. Así que, mate en mano y termo en brazo, me dispuse a hacer dedo y probar suerte al igual que el resto de los presentes, por lo menos hasta que llegara el próximo colectivo. La suerte no tardó en llegar cuando paró otro auto cerca, pero cerca pasó la suerte porque no era para nosotros, el auto tenía espacio para solo uno y nosotros eramos dos. Fue suerte para uno que estaba haciendo dedo solo, aunque la suerte es volátil y suele dar vueltas raras.
El segundo suertudo antes de subirse al auto se acercó a mi y me dio el boleto de un colectivo que pasaría dentro de una hora, era un lugar asegurado, fue suerte para mi. Y así fue, al llegar el colectivo el asiento me estaba esperando y también había otro asiento para mi amigo, así que al subir compartí mi suerte con mi amigo y pagamos su asiento a medias. Mientras que el colectivo avanzaba miraba las montañas de los Andes que estaban cerquita, me acordé que la suerte había que ayudarla, pero nunca hubiese pensado que la suerte también se podía compartir.
El segundo suertudo antes de subirse al auto se acercó a mi y me dio el boleto de un colectivo que pasaría dentro de una hora, era un lugar asegurado, fue suerte para mi. Y así fue, al llegar el colectivo el asiento me estaba esperando y también había otro asiento para mi amigo, así que al subir compartí mi suerte con mi amigo y pagamos su asiento a medias. Mientras que el colectivo avanzaba miraba las montañas de los Andes que estaban cerquita, me acordé que la suerte había que ayudarla, pero nunca hubiese pensado que la suerte también se podía compartir.
Muy bueno. Felicitaciones !
ResponderEliminarMuy lindo!!!
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